viernes, 25 de noviembre de 2011

Si pudieras escribirle a tu infancia, ¿qué le dirías?


Querida niña:
Cuanto desearía que tus días no se tornasen del color que lo harán, pero es inevitable que el rosa pase a rojo, y este a negro. Gracias a tus tropiezos estoy donde estoy ahora, así que no te asustes, no es malo, ahora soy feliz.
Aprovecha la vida que tienes, el escaso cariño que te dan tus padres e iguales, pues con el paso del tiempo cada vez te va a costar más encontrarlo.
Te harás muy fuerte, lo se porque otra no te va a quedar, y finalmente te lo vas a autoimponer, aunque mucha de las veces no sea necesario y solo construyas muros para la gente que intenta ayudar, pero está bien, porque aprenderás que quién de verdad vale, se quedará esperando a que les abras la puerta.
Te diría que no confíes en nadie, pero no quiero que estés sola, por lo que ten siempre presente el beneficio de la duda.
Sobretodo procura ser tu misma, porque al acomodarte a lo que otros quieren que seas te vas a forjar una personalidad con la que no te identificas, y rectificar eso es un largo y duro camino que recorrer.
Aprende a vivir contigo misma y no busques a toda costa el cariño en otros, quierete, amate y elijete, porque eres una pequeña con mucho potencial.
Veras que tu vida dará muchísimas vueltas imprevistas y te dedicarás a cosas que no tienen nada que ver unas con las otras, pensarás que no sirves para nada, pero eres una persona increíble capaz de adaptarse a lo que sea y superarlo, por lo que aprovecha todo lo que la experiencia te ofrece.
Perderás más de lo que ganarás si no actúas con cabeza y centrándote en qué quieres y por qué haces las cosas, así que piensa muy bien cuando actúas, pues tus actos hablarán más que cualquier carta.
Me duele pensar en cuantas noches te quedan por llorar, y otras tantas que pasarás odiándote, despreciándote y sintiéndote sola... así que intenta vivir lo que te queda de inocencia con una sonrisa en la cara.

Gracias a lo que fui, soy lo que soy ahora, y quizás no esté completa y aún tengo partes en construcción y reparación en mi alma, pero al menos se cuál es el camino, y lo recorreré a mi ritmo.

[Quiere-te, ama-te, elije-te]

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Esperando mi tren

Despliego mis versos,
Despliego mis alas,
despego mis pies del suelo en aras de una realidad que no llega y que ansío,
y me decido al saltar al vacío de otro folio en blanco, 
cierro los ojos al mirar adentro,
busco verdades en el firmamento
y no obtengo mas respuesta que el sonido de mis rimas.

Hoy traigo el sentimiento que sopla con el viento, 
que fluye con el agua y que ni el tiempo disipa,
hoy soy consciente de mi mismo, 
ya no observo las estrellas, 
camino mirando al suelo,
aquí quiero dejar mi huella, 
busco motivos dentro de mi cabeza
y con mi amiga tristeza,
 me consuelo entre chustas y botellas de cerveza,
y tengo la certeza de que todo saldra mal 
quiero salir de esta espiral, busco un manantial, 
espero una señal,
tengo que escapar lejos de este lugar, 
no me resigno, tiene que haber algo mas
y al final acabo dando tumbos como un borracho por la ciudad, 
es mi verdad, sueño que mis sueños no acaban al despertar,
y de apostar nunca lo haría por mi, 
pues allí donde esté me siento extranjero,
vivo en la tierra de los hombre y aquí no hay mas dios que el dinero, 
como un cordero entre lobos,
como un ángel en el infierno, 
en un quiero y no puedo van pasando mis días, 
añoro viejas utopías, silbo melodías 
con la mirada perdida entre las vías de esta estación,
se me marchita el corazón,
y la esperanza cogió el tren anterior, 
el tiempo se me escapa,
la duda me tiene rehén y se que nada va bien,
mientras que en el anden sigo esperando mi tren...


[¿Esperas tu también?]


sábado, 12 de noviembre de 2011

Recuperado [16 Abril 2007]


Estaba de espaldas de cara al horizonte, con la mirada perdida en algún pensamiento muy lejano del presente, posado en la baranda con la ligereza de un nenúfar, fumaba un cigarrillo que se abría paso entre sus sonrojados y vergonzosos labios.
Tras una cortina de humo veía dibujarse su silueta de trazos suaves y firmes. Sinuoso contorno que se me antojaba desconocido, y a la vez familiar.
El cielo empezaba a dibujar pequeñas sombras naranjas, más allá del alcance de la vista, mientras la luz iba muriendo para darle vida al ocaso.
La tranquilidad le arropaba en su regazo, arrullandole con una nana tan antigua como la propia naturaleza. No se escuchaba ruido alguno, salvo el romper de las olas con fuerza suicida en la playa, despidiendo en la brisa la sal de su sangre.
Le observaba con atención desde detrás, apostada en la puerta, procurando in advertir mi presencia, no quería romper la composición del precioso cuadro que se dibujaba y caprichosa, mantenía sus formas en el recuerdo.
En mi intencionada invisibilidad no pude percatarme de que la ausencia de un apego hacía mella en su alma, e incapaz de comprender la magnitud del cariño que necesitaba, me dedicaba a mirarle a una distancia prudente para evitar contagiarme de su nostalgia.

Ignorante de que él era yo, y yo era él.

En un pálpito de intuición, posó sus pupilas sobre las mías y dirigió vacilante sus pasos hacia ese oscuro lugar donde me escondía, aún absorta en el dique de la tristeza en donde rompía mi alma, muriendo al ritmo que lo hacían las olas en la arena.
No existían palabras para nosotros, únicamente eran palpables las miradas recíprocas, volando desde la angustia, soledad, abandono, hasta el orgullo en donde anclaron definitivamente.
Se consumió su cigarro como el tiempo que estuvimos así, uno frente a otro, diciendo todo lo que las palabras nunca pudieron: sonrisas vacías, ojos rayados, una mirada que se evita, sonido de cristales rotos... un corazón que desaparece.
Y comenzó a soplar una gélida brisa que ocultó tras una cortina castaña las lágrimas que recogían mis labios. Él, dejó volar las últimas cenizas del tiempo entre sus dedos, sonrió levemente, más que una sonrisa era aceptación, y pasó a mi lado, rumbo a la nada de donde no retornaría, cada paso, un latido que iba perdiendo la fuerza con la que antiguamente retumbaba.
Comienza a doler el pecho, lo siento vacío, hueco al arrancar algo tan importante pero tan culpable

¿Así te despides?

Adiós corazón, espero seguir oyendo el ahora débil latido que te crea, pues aunque lejos de mi alma, enterrado entre escombros de sueños derruidos, todavía tienes la misión de mantenerme con vida... absurda tarea.

El viento silencia para dar orden a mis pensamientos, no escucho latidos de pasión y vida... por fin, soy viuda del amor.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

McAdams


Si quieres conocerme, tienes que conocer mi historia, porque mi historia define quien soy yo. Y si yo quiero conocerme a mí mismo, comprender el sentido de mi propia vida, entonces yo también tengo que conocer mi propia historia.
Debo comprender en todos mis detalles la narración que sobre mí mismo (el mito personal) tácita, incluso inconscientemente, he ido elaborando en el transcurso de mi vida...
Todos procuramos dotar de nuestras diversas experiencias, incluso las que a veces nos resultan difíciles de entender, con un sentido de coherencia, organizando los distintos episodios de nuestras vidas en forma de historias...
Cada uno de nosotros debe intentar comprender la naturaleza específica de nuestro único curso vital y trayectoria personal, para conocer quiénes somos y cómo nuestra propia vida puede encontrar su mayor sentido.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Increíble


Triste es descubrir las caras ocultas de cada oscuro interior personal, jamás imaginadas.
Frustrante es que te atribuyan comportamientos y costumbres que nada tienen que ver con tu funcionar.
Asombroso es quedarse a las 5 de la mañana, en medio de la nada, sin saber cómo llegar.

Y estúpido es creer que tocarás ese timbre para pedir perdón