viernes, 28 de octubre de 2011

Ser o no ser


El dilema...
¿Qué es mejor para el alma, sufrir insultos de Fortuna, golpes, dardos, 
o levantarse en armas contra el océano del mal,
y oponerse a él y que así cesen?
Morir, dormir... Nada más
y decir así que con un sueño damos fin a las llagas del corazón,
y a todos los males, herencia de la carne,
y decir ven, consumación, yo te deseo.
Morir, dormir... ¡Soñar acaso! ¡Qué difícil!
Pues en el sueño de la muerte, ¿Qué sueños sobrevendrán,
cuando despojados de ataduras mortales encontremos la paz?
He ahí la razón por la que tan longeva llega a ser la desgracia.
¿Pues quién podrá soportar los azotes y las burlas del mundo,
la injusticia del tirano, la afrenta del soberbio,
la angustia del amor despreciado, la espera del juicio,
la arrogancia del poderoso, y la humillación que la virtud recibe de quien es indigno,
cuando uno mismo tiene a su alcance el descanso en el filo desnudo del puñal?
¿Quién puede soportar tanto? ¿Gemir tanto? ¿Llevar de la vida una carga tan pesada?
Nadie, si no fuera por ese algo tras la muerte,
que confunde la voluntad haciéndonos pacientes ante el infortunio,
antes que volar hacia un mal desconocido.
La conciencia, así, hace a todos cobardes,
y, así, el natural color de la resolución se desvanece en tenues sombras del pensamiento.

-

Yo que soy honesto a medias, de tantas cosas podría acusarme,
que más me valiera que mi madre no me hubiera parido.
Soy arrogante, vengativo, ambicioso;
Con más faltas a mi alcance de las que puedan nombrar mis palabras,
o pueda dar forma mi imaginación, o tenga yo tiempo para ejecutar.
¿Por qué han de arrastrarse hombres como yo entre el cielo y la tierra?
Somos todos unos canallas.
No te fíes de la gente como yo

No hay comentarios:

Publicar un comentario