jueves, 14 de abril de 2011

15 Febrero 2007 (Recuperado)


Paseando por una llanura en calma, donde el silencio me regalaba su música, a la orilla de un pequeño riachuelo, hallé un hombre postrado ante un caballete, anciano, pintando flores marchitas dentro de un jarrón vacío.
Me miró, en sus ojos color tormenta veía aflorar una lluvia intensa que remitió al encuentro de nuestras pupilas, el orgullo tiñó su cara, dedicándome una sonrisa vacía de sentimiento.

-Dime pequeña, ¿Qué haces deambulando por un sitio tan triste como este?
-Buscando pedazos de mi corazón señor, rotos en un juego llamado amor, y escondidos a conciencia por un caprichoso niño llamado cupido.

Asintió, y como respuesta hurgó en los bolsillos de su raída chaqueta ofreciéndome un pequeño trozo que había encontrado cerca, eran los recuerdos del que había hecho morir mis palpitaciones, pero aunque dolorosos, eran los más bonitos. Los guardé en mi regazo con mucho mimo.

-Muchas gracias, ahora dígame usted, ¿Por qué pinta rosas muertas estando rodeado de primavera?

Sonrió, pero fue tal la pena con la que lo hizo que una lágrima resbaló por su paleta, mezclando sus colores, añil con amarillo, verde con marrón, el rojo con el olvido.

Y todo se volvió negro.

-Es una forma de expresar quién soy, de representar mi persona.
-¿Significa eso que he topado con la muerte?.
-No pequeña, no, mi nombre no es muerte, la dama oscura es mi amiga pero somos muy diferentes, ella finaliza el sufrimiento que supone la vida, ella acaba todo, no perdura, es oscura y fría pero es gratificante y suave, sus susurros te hielan la sangre pero no te hace daño...
Yo en cambio, me escondo en las almas de las personas para irles quitando la vida lentamente, me camuflo en un día de lluvia y perduro hasta que cansadas de tanta angustia mueren, yo soy el dolor que produce arrancar la flecha de cupido, soy el dolor de la vida, lágrimas fugitivas que nacen de noches escondidas, sentimientos prohibidos... Yo, lucífuga persona, soy oscuridad fúnebre que ronda los desamores y corazones rotos, lo que nadie desea y a quien nadie quiere.

-Entonces...¿Quién eres?.
-¿Todavía no lo sabes?, Yo soy la soledad.
-Entiendo... por fin te encontré.

Y me senté a su vera a ver morir el día, y me dormí a su lado, bajo un manto de estrellas congeladas. El me abrazó, inundada de tristeza la riqueza de su ser, permitiendo a mi alma partir hacia los recuerdos de mi pasado.

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