lunes, 25 de abril de 2011

20 Octubre 2006 (Recuperado)


Lloraba, ni ella conocía el por qué de tan amargo llanto, pero la boca le sabía a fracaso y el cuerpo tiritaba de angustia. Allí, en aquel oscuro rincón, abrazada por la nada, sentía como su mundo se derrumbaba perdiendo sus trozos junto con sus sueños más deseados y jamás alcanzados.

Y lloraba, no había consuelo para ese llanto, un llanto frío y desolado, el de una niña abandonada, flor que se marchita en su plena juventud esparciendo sus pétalos, envejeciendo con cada lágrima derramada, felicidad vertida por el suelo, desaparece en el desagüe oscuro de la soledad, de donde nunca retornará.

Allí, sin poder evitar su soledad, sin poder detener el tiempo, vive, respira, trata de no morir otra vez... pero ya es tarde para esperanzas, su alma se congeló con su último suspiro, con su último sueño roto, con su última sonrisa forzada.

Ahora, ese hielo que aprisionaba su corazón, regresa en forma de pequeñas gotas, que juguetean con sus pestañas y mueren en sus manos.

No encuentra esas palabras de consuelo que tanto desea oír, cierra sus ojos, están cansados de mirar hipocresía allí donde se posan, no aguanta esta dura carga que es la vida y se derrumba.

Niña con apariencia de mujer, pequeña forzada a madurar antes de tiempo, no encuentra su lugar en este pintoresco mundo, solo es una mancha piensa, una mancha que debe ser borrada.

Lloraba, tras varias horas envuelta en su oscuro mundo, en su árida vida, no encontraba motivo alguno para dejar de llorar, marchita ya del todo, decide abandonar, dejando morir su alma, sus sueños rotos y su absurda esperanza de lograr algo.

Al fin y al cabo... era una niña.


[La Autodependencia D U E L E]

No hay comentarios:

Publicar un comentario